Victorino gana a Miura en el primer mano a mano de la historia El diluvio que se desató dos horas antes de la corrida suscitaba los temores de los aficionados que esperaban resignados el devenir de una tarde que se veía perdida. Bombas para drenar el agua y sacos de arena sustituyeron momentáneamente en el patio de cuadrillas la tradicional imagen del paseíllo que se retrasó una hora. Acondicionado el ruedo los toreros recibieron una calurosa ovación de agradecimiento y dio comienzo el primer mano a mano de la historia entre Victorino y Miura que se saldó con victoria para el madrileño. En una tarde en la que el protagonista debía ser el toro más bravo y fiero del campo faltó la sensación de miedo y de dominio que el público esperaba, sobre todo, de los de Miura, que no dieron el juego esperado. Lo mejor de la tarde lo pudimos ver en el sexto toro, de Victorino Martín, que fue el más completo de la corrida, serio y encastado al que El Cid supo llevar toreado demostrando una vez más que tiene una de las mejores manos izquierdas del toreo. El de Salteras lo llevó con gusto y empaque, sobre todo al natural, cuajando dos magníficas tandas que hicieron vibrar al público en una faena que fue de menos a más y que tras la estocada le valió la oreja de más peso de la tarde. Su primero fue un ejemplar falto de casta y de fuerzas de Miura que empañó su debut con el hierro de Zahariche pues no le dio opción y finalmente abrevió en el trasteo. El valenciano Ángel de la Rosa también cortó una oreja a un buen ejemplar de Victorino Martín que saltó al ruedo en cuarto lugar. Un toro encastado que seguía con nobleza los engaños y que tuvo un par de tandas buenas, sobre todo por la derecha lo que sumado a una buena estocada le valió el trofeo. El miura que abrió plaza fue un toro noble pero muy justo de fuerzas, lejos de lo que se espera de la ganadería, y el valenciano lo llevó siempre a media altura, lo cuidó e intentó lucirse mostrando su disposición por lo que fue ovacionado pese al fallo con los aceros. También cortó una oreja al quinto de la tarde Juan José Padilla, un Miura noble y colaborador al que el ciclón de Jerez firmó una faena muy de su estilo, vistosa y variada con el capote y solvente en banderillas, tercio en el que gustó y se gustó y aunque el toro decayó en la muleta. Padilla buscó el triunfo y lo logró pese a que tras la estocada el toro se arrancó y le infligió un fuerte golpe en el rostro por el que tras la vuelta al ruedo pasó a la enfermería. En su primero Padilla demostró variedad y disposición frente al Victorino más flojo del encierro. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas y se lució con el capote y posteriormente en banderillas ganándose sendas ovaciones del público pero la faena decayó en la muleta ya que al toro, falto de recorrido, le costaba embestir y firmó la faena con una soberbia estocada.
Plaza de toros de Valencia. Corrida de la Virgen de Los Desamparados. Toros de Miura (1º, 3º y 5º) nobles pero justos de presentación y de fuerzas. Toros de Victorino Martín mejor presentados (2º apagado, 4º y 6º buenos y aplaudidos en el arrastre). Ángel de la Rosa: palmas tras aviso y oreja. Juan José Padilla: ovación con saludos y oreja. Manuel Jesús El Cid': silencio y oreja.
