Antonio Rendón . Con la llegada del mes de noviembre, tiempo de recogimiento y memoria, la Hermandad de la Vera-Cruz de Alcalá del Río (Sevilla) presenta a su Amantísima Titular, María Santísima de las Angustias, vestida de luto en señal de oración y recuerdo por las almas de los fieles difuntos.

Su venerada imagen se muestra en estos días con el terno de saya de diseño asimétrico, primorosamente bordado en oro de realce sobre terciopelo negro, y acompañada de manto liso del mismo tejido y color, composición que expresa con sobria elegancia la hondura espiritual de este tiempo litúrgico.

El rostrillo y el pecherín, confeccionados con antiguos encajes de punto de aguja, se presentan enjoyados con un alfiler isabelino del que pende una cruz pectoral de granates y plata, símbolo de la fe que vence a la muerte. Sobre su pecho luce un antiguo puñal dieciochesco de plata, evocando el dolor de la Madre ante el misterio redentor de la Cruz.

En su mano derecha, la Santísima Virgen sostiene un delicado pañuelo de encaje de Bruselas y una cadena con cruz de oro; en la izquierda, un rosario de granates y filigrana cordobesa de plata, testimonio de la oración constante que la comunidad eleva por sus difuntos. Coronando sus sagradas sienes porta la corona de plata del Cincuentenario de su Coronación, y a sus pies resplandece la media luna apocalíptica, símbolo de su realeza celestial.

Ante su rostro de piadosa mirada y serena belleza, los fieles hallan consuelo en la certeza de la vida eterna y en la esperanza del reencuentro con quienes partieron. Así, ante la Madre del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, Alcalá del Río se une en oración:

“¡Oh Madre, Puerta del Cielo! Encomendamos a tu Divino Hijo las almas de nuestros seres queridos. Aun entre las sombras de la nostalgia, elevamos un canto gozoso al saber que ellos contemplan ya la luz de tu rostro.”

En este mes dedicado a la memoria de los difuntos, la Virgen de las Angustias se erige, una vez más, como signo de esperanza y consuelo, Madre del Cristo de la Vera-Cruz, Reina del Cielo y de la Tierra, intercesora ante Dios por todos nuestros hermanos que gozan ya de su eterna presencia.